viernes, 22 de marzo de 2013

Edda Fabbri: una guerrillera de luz y sonrisas

Edda Fabbri, durante su visita a Cienfuegos
como jurado del Premio Literario Casa de las
Américas 2013
Quien no la conoce y a primera impresión observa su andar alocado y su gran sonrisa, no imagina la profunda y melancólica historia que guarda su alma.
 Ella disimula bien su experiencia. No creí totalmente lo contado hasta que no la vi emocionarse y llorar frente a mi grabadora.
 Edda Fabbri Garrido es uruguaya, nació en Montevideo en el año 1949 y desde pequeña aprendió de sus padres, el amor por la justicia y la libertad.
Fue por ese mismo amor que perdió 13 años de su vida, prisionera en una cárcel de su país. Por ese amor, escribió su primer libro Oblivion, que le valió el premio Casa de las Américas 2007 en el apartado de testimonio.

 Llegué a ella como si el destino nos hubiera pactado a ambas, una cita para contarnos secretos.
Edda Fabbri es un grandísimo secreto, que visitó Cuba por primera vez en el mes de enero, como jurado del certamen literario que otrora la galardonara por sus confesiones.

  Pero, ¿cómo empieza la historia de Edda?
Yo nací en un hogar de izquierda y con el paso del tiempo me interesé por las mismas lecturas que llamaban la atención de mis padres.
 Así comencé a esperar los discursos de Fidel Castro que llegaban a través de Prensa Latina,  ellos los analizaban primero y luego yo me retiraba al fondo de la casa para disfrutarlos con tranquilidad.
Puedo decir que con la lectura de esas fervientes palabras comenzó la dura historia de mi vida.

 ¿De qué manera te integras al Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros (MLN) en Uruguay?
 A finales de la década de 1960 y principios del 70 yo estudiaba en la Facultad de Medicina y me integraba a las luchas estudiantiles de aquella época.
 Era una experiencia repetida en varios países de América Latina pero nada tenía que ver con la seriedad del trabajo desarrollado durante varios meses por el MLN.
 Yo supe del movimiento por los periódicos y conocí así, que siguiendo el ejemplo de Fidel Castro y Ernesto Che Guevara querían intentar en Uruguay  algo similar a la Revolución Cubana.
 Integrarme a los Tupamaros resultó para mí un imperativo ético, porque me parecía mal elogiar la labor que estaban haciendo desde la distancia.
 Yo no quería esperar a que ellos lograran la revolución y después disfrutar de los beneficios de su sacrificio.
 Entonces  me inserté en el MLN debido a ese llamado moral y no porque me sintiera con condiciones de convertirme en una guerrillera.
 Por supuesto que todo este proceso fue desde la clandestinidad, pero  con la fuerte convicción de armar en la ciudad una  fuerte guerrilla urbana.
  Mi militancia en este movimiento fue sólo de unos meses porque rápidamente caí presa, así que no soy una  participante con años de experiencia, pero sí estuve mucho tiempo presa, más del que me podía imaginar.

 Edda ¿cómo describirías tu estancia en las cárceles de Uruguay?

 Para mí fue una lucha, una lucha por nuestra supervivencia. Hablo en plural porque éramos varias  las mujeres que estábamos en la cárcel de Punta de Rieles.
  Pero antes de llegar allí, primero pasé una época en una prisión de Montevideo, lugar al que llevaban a todas las detenidas de los llamados delitos comunes.
 Ese reclusorio era totalmente distinto al de Punta de Rieles, allí teníamos unas monjas que se encargaban de atendernos, ayudarnos y encaminarnos.
      Edda Fabbri durante el anuncio
del Premio Casa en la categoria
de testimonio
De esa penitenciaria nos escapamos, porque sin saberlo los compañeros que teníamos afuera estaban planeando una fuga a través de los caños y túneles del lugar.
 Ellos empezaron a excavar por debajo de la calle que estaba en frente de la cárcel y accedieron a los dormitorios nuestros. Cuando los vimos allí, bueno pues no había otra alternativa, así que nos tiramos por el hueco sin mirar atrás.
 Después gateamos por la oscuridad sin saber adónde íbamos, cada una seguía a la otra pues no había visibilidad hacia delante. Nos guiaba un compañero que, por supuesto, había estudiado la zona.
 Así, entre excrementos y suciedad recorrimos varios túneles hasta llegar a la calle.
  En esa cárcel de Montevideo estuve sólo un mes y al salir, de inmediato tuve que cambiarme el nombre y comenzar a vivir como una persona diferente.

 Entonces ¿Cómo llegas a Punta de Rieles?
 Punta de Rieles me sorprendió nueve meses después de la fuga, pues nuevamente caí presa, y ya para el año 1972 las fuerzas armadas de Uruguay habían tomado parte en la lucha.
 Esa es la razón por la que llego a Punta de Rieles, un lugar que me marcó definitivamente y me robó 13 años de mi vida.
 Allí lo más duro fueron los interrogatorios y las torturas. Para realizar ambas cosas nos llevaban a unidades y cuarteles militares distantes.
 Una y otra vez nos presionaban para que habláramos y dijéramos toda la información que teníamos del MLN.
 Pero después de haber pasado tantas cosas y pensarlas ahora con el tiempo de por medio, puedo decir que aunque la etapa de los interrogatorios fue dura y pesada, también fue relativamente corta en comparación con los años difíciles que viviríamos después.
 Nunca me imaginé que iba a estar tanto tiempo retenida, en aquellos momentos pensaba que máxime dos años estaría en Punta de Rieles.
 Si hubieran dicho otra cosa no lo creería, como en efecto nunca lo creí.
 Siempre proyecté que en dos años las condiciones políticas iban a cambiar, me liberarían y saldría victoriosa de esa experiencia.
 Poco a poco fui dejando de pensar en eso y me enfoqué en sobrevivir de la mejor manera posible, no quedaba otra alternativa.
  En la prisión ocupaba una celda junto a otras 12 mujeres y trataba de mantener mi mente calmada.
 Para ello leía mucho, aunque la literatura que nos llevaban nuestros padres y amigos pasaba por largas revisiones y en ocasiones era censurada.
 También hacía manualidades, trabajábamos mucho el hueso, al punto de que al momento de la salida todas teníamos un anillo hecho por nuestras propias manos.
 El valor de esa prenda nadie lo había declarado, pero en secreto sabíamos que era único, significaba nuestra unión.
 En Punta de Rieles estuve desde 1972 hasta 1985 cuando cambió la situación política de nuestro país.
 Los militares hicieron un plebiscito en el año 80, muy confiados de que iban a ganar. Ellos hacían una propuesta con características constitucionales e intentaban darle un formato a Uruguay.
 En ese momento lo que entraba en cuestionamiento era su permanencia o no en la nación, y afortunadamente ganó el NO del pueblo.
 Cuando los militares quedaron sin poder entonces comenzamos a mirar el panorama con una perspectiva esperanzadora.
 Poco a poco fueron saliendo nuestros compañeros en dependencia de las condenas que se les había señalado, y en el año 1985, exactamente en el mes de febrero,  salimos el último grupo de luchadores.
Por eso digo que la dureza de mi experiencia no estuvo en los horrores que vi o en las condiciones de la cárcel, sino en el tiempo que estuve recluida.

  ¿Y en todos estos años tuviste el apoyo de tus padres?
 Yo tuve la suerte de que mis padres no rechazaran mi opción y en todo momento me apoyaron.
  Ellos no supieron que me había integrado al MLN hasta el momento de la detención, porque la militancia era secreta y clandestina.
 En cuanto pudieron visitarme lo hicieron y me llevaban lecturas y todo lo materialmente necesario, además de su presencia y su cariño.
 Puedo generalizar al decir que casi todos los uruguayos contamos con el respaldo enorme de nuestras familias.

 El primer día en libertad…
 Ese día fue impresionante y una experiencia diferente. Sabíamos que teníamos el apoyo de amigos y familiares, pero al salir nos encontramos con un  mar de pueblo que nos fue a recibir.
 Estaba Uruguay entero esperándonos.
 Nos aplaudían, nos homenajeaban y yo sentía que como persona no era merecedora de ese agasajo.
 ¿Cómo lo pude aceptar? Bueno pues cuando me di cuenta que los aplausos, los gritos y las flores no eran para mí, sino para nosotros como colectivo.
  Entonces pude asimilarlo y encontré esa experiencia como una de las más hermosas y gratificantes de mi vida.

 ¿Cuál fue tu peor temor mientras estuviste recluida?
  Mi mayor aspiración era formar una familia, una verdadera familia y mientras estuve presa, en varias ocasiones sentía que esa idea se volvía inalcanzable.
 Cuando salí formé una pareja y me apresuré en salir embarazada porque creía tener una hora límite para procrear.
 Entonces tuve a mi hija Rosario, a la que llamé así por un personaje de la novela Los Pasos Perdidos del cubano Alejo Carpentier.
  Tenerla fue una felicidad y me permitió volver a nacer como mujer. Rosario fue un regalo de los mejores, porque en algún momento pensé que no podría vivir la experiencia de la maternidad.
 Sólo lamento haber depositado en ella y en Pedro, mi segundo hijo, un terrible peso. Una carga que ningún ser humano debería portar.
  Ellos viven hoy con la carga de ser los hijos de…

 Tu primera obra Oblivion resultó premio Casa de las Américas 2007 en el apartado de testimonio. ¿Qué significó?
 El libro me permitió poner en palabras lo que me pasó y reflexionar sobre esa época.
 Cuando empecé a escribirlo no sabía lo que tenía que decir, solo sentía la necesidad de comunicar  algo.
 A medida que lo elaboraba me sorprendía a mi misma con las ideas esbozadas. Oblivion me permitió sanar heridas y Casa de las Américas me honró con ese premio.
 ¿Qué decir? El galardón lo asumí con alegría y responsabilidad. La misma responsabilidad que siento hoy al revisar las obras en concurso.
 Creo que existen muchas personas intentando contar historias individuales, interesantes y profundas, vinculadas a las luchas de América Latina.
 Por otra parte siento un profundo respeto por Casa de las Américas porque desde mi juventud esta institución fue punto de mira.
 De “Casa” venía lo que queríamos leer, lo realmente novedoso y revolucionario, entonces merece todo mi cariño y amor.

Siendo Cuba un país de constante alusión en tus palabras ¿Qué significa esta isla para ti?
  Cuba es la ínsula, la ínsula que Don Quijote prometió regalar a Sancho cuando terminaran sus viajes.
 Todos tenemos una ínsula ideal en nuestro imaginario y para mí esa ínsula es Cuba.
 Siempre tuve temor de llegar a esta isla, como cuando se teme el encuentro con un amor de juventud. Hoy me muestro tal cual soy y digo, bueno yo soy aquella.
  Hoy la estoy pisando por primera vez, empiezo recién a conocerla y agradezco estar aquí, porque es la ínsula de nuestros sueños, la primera revolución de mi vida y mi ejemplo.









No hay comentarios:

Publicar un comentario