Existe un
lugar en el Escambray
de Cienfuegos reservado para la comunión perfecta del buen arte y los elementos
naturales.
Aire, agua, tierra y fuego, enriquecen cada
día la creación de los residentes en la comunidad cultural Teatro de Los
Elementos; grupo artístico creado en el año 1990 y que ocupa desde 1995 el
asentamiento Jovero del municipio de Cumanayagua.
Como un
pequeño laboratorio para las artes más diversas, los habitantes de esta
“ecoaldea” fusionan clásicos de la escena universal con las experiencias de los
pobladores locales.
Para ello,
conviven entre montañas, arroyos y techos de guano, apropiándose de los valores
más autóctonos del campo cubano.
La comunidad
está integrada por 50 trabajadores, de ellos 12 teatristas que, mochila al
hombro, recorren cada año los vericuetos del Escambray.
Grandes
murales adornan las fachadas de las casas; obras de Zaida
del Río y Nelson Domínguez engalanan los recintos y repletan las
moradas de pavos reales, mujeres pájaros y tupidos follajes.
Al entrar un
gran buda –retrato alegórico de José Oriol González, fundador del proyecto-
saluda a visitantes nacionales y foráneos que encuentran allí el lugar perfecto
para escapar de la rapidez citadina.
Un anfiteatro
rodeado de bambú, obra de los mismos pobladores y artistas, resulta espacio
mágico para escuchar voces que se repiten una y otra vez en el aire.
También una escuela y una biblioteca adornan
las 26 hectáreas
de tierra que habitan.
Las viviendas llevan nombres sui géneris y
acordes a su localización o entorno, tales como: Viento del sur, Casa Verde y
Las Nubes.
Poco a poco la
comunidad crece y echa raíces, de tal modo que cada año celebran festivales con
la participación de lo mejor del talento escénico nacional.
Aquellas
primeras presentaciones en Jacksonville –hoy Cocodrilo en la Isla de la Juventud- o en
Barrancas, sitio de inmigrantes haitianos en la provincia de Santiago de Cuba,
forjaron la línea investigativa y el espíritu de este elenco artístico.
Lo más
importante es rescatar la identidad cultural del cubano sin profanar los
elementos creativos que proporciona una isla como esta.
La integración
entre hombre, arte y elementos naturales, permite transitar hacia el redescubrimiento
de rituales ancestrales que conservan la esencia del hombre como ser
originario.
Con estas
características cada morador se convierte en artista y en ente transmisor de
historias y experiencias aprovechables para la representación escénica.
Casi 25 años lleva cultivando Teatro de Los
Elementos, lo más puro y selecto de la creación universal.
Cada mañana, en la calma traviesa del lomerío
crece el arte y se fortalece el deseo de ser la voz de la naturaleza.
Transciende así la comunidad en el tiempo,
como una suerte de laboratorio artístico para los amantes de la cultura que se
cuela como rayo de sol entre montañas.
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