jueves, 7 de marzo de 2013

Un día de tristeza para el mundo

Hoy el día ha sido triste.
No porque haya amanecido  con sol y grandes nubes indicó alegría.
Hoy para mí el día ha amanecido llorando.
 Desde ayer, en que al despertar de mi siesta vespertina, escuché a mi mamá hablar de un hombre que no se lo merecía, que lo había dado todo por los suyos…
Entonces pregunté: ¿Quién se murió mami?

La respuesta pesó, al punto de que todavía me castigo por mi curiosidad y por haberme quedado dormida mientras el mundo perdía a uno de sus más grandes amigos.
Y no se trata de hablar de Chávez desde la reflexión política, se trata de mencionarlo y honrarlo, por la magnitud inmensa de su corazón.
No me imaginé que dolería tanto.
Pienso que ni el mismo imaginaba lo que significaba para los cubanos, porque somos así, un pueblo que ama a aquel que nos ayuda y nos contempla sin renegar de nuestros defectos.
Glenda me envió un mensaje llorando, y sentí que con sus palabras se encendía mi sentir. No quería llorar, pero terminé soltando unas lágrimas por el hombre que acompañó a nuestro Fidel siempre.
Hoy quiero recordarlo así, como un gigante sobrenatural que unió a cubanos y venezolanos.
Hoy quiero llorarlo, quiero sentirlo y principalmente, quiero borrar las imágenes que atiborran mi cabeza, esas imágenes de la gusanería norteamericana festejando en la calle con cervezas y Dios sabes qué otras cosas…
Hoy quiero recordarlo por aquellos miles de seres humanos, que aunque no compartían sus criterios, hoy sienten la muerte de un amigo.
Quiero besar la imagen del “arañero”, ese que en cada aparición contaba chistes, leyendas, cantaba y hasta se dejaba besar la frente por alguna señora desconocida.
Hoy quiero decir: Hugo Chávez, presente, en Cuba, en Venezuela y en el cielo…

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