viernes, 5 de abril de 2013

Mi primer amor…


 Lo conocí cuando en un arranque de locura mi madre decidió cambiarme de aula, justo en los primeros días de mi sexto grado.

 Yo estaba acostumbrada a mis amigos, pero mami decidió que debía estudiar en el mejor destacamento de mi primaria “Armando Mestre Martínez”.
 Entre caritas nuevas lo encontré a él, motivo de mi atención inmediata; y para darme en la vena del gusto me sentaron a su lado. Ahí comenzó el mejor curso escolar de mi vida.
René me enseñó a competir para terminar los cálculos de primera, a hacer la tarea en la escuela para tener tiempo en la casa, a no salirme de la línea al hacer las eles y a quererlo con el corazón.
 No sabía bien a esa edad que era lo que sentía por él, sólo sé que cada mañana esperaba verlo entre la multitud roja que inundaba la escuela.
 Debido a ese sentimiento, en varias ocasiones René sufrió mi ira. La maestra salía del aula y me encomendaba la tarea de anotar en la pizarra aquellos que cometieran indisciplinas.
 Por alguna extraña razón, un niño tan correcto como él, siempre estaba en la pizarra, pues yo no toleraba que conversara con ninguna muchachita del aula. Tampoco quería que intercambiara con Marcos, su compinche más cercano. Sinceramente lo quería para mí.
Era  amigo, compañero y amor secreto. Él no estaba interesado en mí, Juana Laritza ocupaba su corazón, pero aún así lo adoraba.
 En las clases de educación física disfrutaba verlo sudar y correr. Creo que en realidad disfrutaba todo de él.
Cuando llegó el momento de la separación, enfermé. No quería saber de secundaria lejos, ni de carrera de bailarina que me apartara de él. Pero me fui.
Estuvimos tiempo sin vernos, apenas unas miradas y un saludo apurado en el barrio.
Él todo un hombrecito y yo viéndolo crecer.
En noveno grado cuando fui a hacer las pruebas para el preuniversitario de ciencias exactas, ahí estaba René.
¿Cómo no iba a entrar al IPVCE si él era rey de las matemáticas?
El corazón nuevamente se detuvo. Entre todos los uniformes de amarillo lo descubrí a él, tranquilo y confiado. Ahora con unos músculos que asomaban por la camisa. Tenía la certeza de que este era mi momento.
Ya yo no era “el esqueleto rumbero” que el había conocido en sexto grado y enseguida noté la diferencia en su mirada.
Pero la historia quedó ahí, en las miradas, en el descubrir de la belleza, en el sentimiento más lindo e inocente que he experimentado.
 No lo vi más, o sí, lo veía en el barrio distante, triste, a veces no me parecía haberlo conocido. 
Hace tres años, exactamente el primero de agosto, René murió. Recuerdo que me dieron la noticia en medio de una fiesta y el mundo cayó a mis pies.

Ya no era el mismo muchachito oloroso e inteligente que me recibió en su mesa y compartió el casillero.

Ya no era el René que brindaba su merienda y regalaba flores.
No quiero decir de que murió, sinceramente no interesa. Sólo quiero agradecerle por enseñarme a mirar las flores y a encender fogatas.
Por remover mi inocencia y despertar mis primeros sentimientos de adultos. Por ayudarme sin macabros propósitos (como la mayoría de los hombres que me ayudan hoy) y regalarme la luz cuando lo necesitaba.
René murió, y yo le escribo estas palabras, para que donde esté, sepa que mi amor por él será eterno y blanco como su destino.

7 comentarios:

  1. Hace algún tiempo compartiste conmigo este comentario, que una vez más me conmueve. Creo que es de esas inocentes y primeras historias de amor que tenemos todos, solo que con la tristeza de una pérdida física. Tal vez debas pensar que René está vivo, solo que desde hace tiempo no lo ves y recordarlo con ese amor blanco y eterno. Gracias Lourdilla por por estas palabras de tu primer amor.

    ResponderEliminar
  2. Gracias a tí amigui, por escuchar atentamente mis historias...

    ResponderEliminar
  3. que hermosa historia mi amiga , soy fanatica a todo lo que escribes y la verdad que esta nota donde describes lo que fue tu primer amor revela exactamente lo que eres , una estrella que a pesar de irradiar luz propia la rodean personas capaces de iluminarla tambien....te quiero mucho y gracias por esta linda historia ,,,,que en Paz descanse Rene.tu amiga .Lianny G.

    ResponderEliminar
  4. Liz Martínez Vivero
    Bien hecho Lourdes, en momentos como éste es cuando agradezco más Dios por ser casi una periodista. Gracias por las palabras, las tuyas, recordando al más puro de los sentimitos en el corazón de una niña. a René por despertarlo, gracias porque las palabras alivian el espíritu y dejan al descubierto nuestros gritos más estruendosos... y gracias a la red de redes que me permitió en medio de mi mixtura de congoja y nerviosismo por los días decisivos que se acercan, leer este trabajo tan lleno de ti.

    ResponderEliminar
  5. Lygia
    Qué historia más triste, Lourdes. Me he quedado con ganas de llorar.

    ResponderEliminar
  6. Cucudrulitaaaaa lindaaaaaa, no me habias dicho q tenias un blog mi amor, jejejeje. Muy lindo el articulo, a ver cdo vas a escribir uno de tu cucudrulu eh??? muaaaaaa. TKM mi amor....

    ResponderEliminar
  7. que lindo y triste mi hermanita!!!!! , murió joven.... muy lamentable. un beso.... muy lino artículo
    te quiero
    tu hermana

    ResponderEliminar